Gloria Quintanilla. Académica, empresaria, consultora y pionera.

Gloria Quintanilla es uno de los íconos de la calidad del software y mejora de procesos en México. Sin embargo, no podemos encasillarla solamente en ésta área. Su trayectoria es tan larga como diversa, y durante ella se ha desempeñado en México y el extranjero como programadora, investigadora, consultora, empresaria y académica.

Además de sus múltiples facetas, Gloria también es una pionera. Hace más de veinte años, ya se dedicaba a evangelizar sobre orientación a objetos. En 1993, cuando las fábricas de software eran algo desconocido en nuestro país, ella arrancaba una fábrica de software. Cinco años después, fue parte fundamental del equipo que llevó a Tecnosys a ser la primera empresa latinoamericana en certificarse en SW-CMM 3.

Actualmente, Gloria es Directora de Consultoría en Itera, y Presidente de la AMCIS, donde continua aplicando todo su conocimiento y experiencia para contribuir al desarrollo de la industria.

¿Como empezó tu carrera en el software?
Empecé a trabajar en informática cuando todavía estaba en la universidad. Todavía me tocó programar en Cobol con tarjetas perforadas. Posteriormente hice una maestría en el extranjero, y al regresar me integré al IMAS (Instituto de Matemáticas Aplicadas y Sistemas) de la UNAM, donde conocí a Hanna, que acababa de llegar de Polonia. Ahí empezamos a trabajar juntas en paradigmas de lenguajes de la programación.

¿Cómo llegaste al área de calidad?
Me salí de la academia para poner una fábrica de software en Xalapa, lo cual funcionó bastante bien, hasta la crisis del 95. Entonces formé una empresa de consultoría en reingeniería de procesos, con la cual estuve algunos años. Sin embargo, después de un tiempo me agobió ser empresaria, y empecé a buscar trabajo. Mi experiencia fuerte era en OO, y pensé que me iban a contratar por eso. Sin embargo, lo que más le llamó la atención a las empresas de mi currículum era que entre mis hobbies había listado “interés en calidad de software”. Y es que en ese entonces se estaba consolidando CMM a nivel internacional, y estaba llegando a México como requisito para las grandes empresas como IBM, Telmex, EDS. Fue así que entré a Tecnosys, al área de calidad.

Cuéntanos sobre la AMCIS y lo que hace.
La AMCIS surgió como un círculo de estudio para aprender sobre calidad en el software. Durante 10 años, operó en base a una sesión mensual, pero acabamos de tomar la decisión de ya no hacer estas reuniones. Los socios de la AMCIS, y la industria de software en México, han evolucionado mucho desde que empezamos. La mayoría de los socios con cierta antigüedad ahora son directores de calidad o tienen su propia empresa de servicios. Por otro lado, las empresas ya no necesitan convencerse de si necesitan calidad o no, sino que más bien quieren saber cómo hacerlo. Así que la AMCIS debe evolucionar para satisfacer estas necesidades. De hecho, parte de esto es la colaboración que estamos teniendo con SG para apoyar la organización del congreso SG ’06.

¿Qué está pasando con MoProSoft?
Estamos haciendo historia. Es la primera vez que en el ámbito de software se genera una norma mexicana, cuyo impulso de evolución no viene del ámbito internacional. Ahora necesitamos formar el grupo que lo evolucione.

Lo que es interesante es que la norma mexicana nos ha rebasado en términos del impacto en la industria internacional y se está utilizando como base en otros países. Hay dos iniciativas, la primera es el proyecto COMPETISOFT que dirige Hanna, donde se está utilizando MoProSoft como base para la mejora de procesos en las PyMEs en Iberoamérica. La otra inesperada es el reconocimiento internacional dentro de la ISO (ver “Tejiendo nuestra red, pag. 6).

¿En qué te basaste para diseñar la arquitectura de MoProSoft?
El origen de MoProSoft en términos del concepto y marcos de referencia, viene del diseño conceptual que se hizo para el sistema de calidad en Tecnosys. Cuando desarrollamos este sistema de calidad, teníamos el requisito por parte de IBM para certificarnos en ISO9000. Sin embargo, había un proyecto para hacer una fábrica de software orientada al mercado americano, y ahí el requerimiento era SW CMM nivel 3. Por otro lado, para estos proyectos internacionales nos estaban pidiendo que nuestros administradores de proyectos fueran PMPs. Entonces tuvimos que entender estos marcos de referencia, combinarlos, y hacer el diseño de un sistema de calidad certificable al ISO9000, pero alineado al SW CMM, e incorporando la practicas del PMI.

¿Cual es tu opinión sobre la industria de software en México?
Me gusta y me sorprende la sinergia que se ha generado alrededor de los Clusters, la energía que se vive cuando estas dentro de las asociaciones o tienes contacto con ellas. Creo que eso es nuevo, y esta generando mayor fortaleza regional en la oferta, esta descentralizando la oferta, eso va a ser de un gran valor.

Desde la perspectiva de calidad, siento que ya pasamos el punto donde dejamos de evangelizar sobre su importancia. Ya las empresas lo reconocen como una necesidad, y como algo que les da valor. Y por lo mismo, ya hay disposición a invertir. El problema que enfrentan ahora es ¿en qué debo invertir? ¿qué modelo usar? ¿cómo lo llevo a mi organización?

Tú que trabajaste en Irlanda, ¿qué crees que podemos aprenderles?
Lo más importante de Irlanda es que se atrevió a transformarse de una nación rural a una de tecnología. Porque no solamente le entraron a TI, sino también a otros campos como la tecnología médica. Fue una acción concertada, donde hubo inversión, no solo en aspectos técnicos, pero también aspectos comerciales.

¿Qué modelo debería aplicar México, el de India (servicios), o el de Irlanda (aplicaciones)?
Más que una dirección en particular, creo que hay que creer en la regionalizaron. Hay que creer en el mercado interno como el primer sustento de la industria mexicana. No podemos pensar que una empresa desde cero va a llegar a competir a los ámbitos internacionales. Creo que hay un proceso de maduración y estamos todavía en él. Hay empresas que ya han llegado a un punto de madurez donde hace sentido una oferta hacia el exterior. Pero la mayor parte de la industria mexicana necesita ese proceso de maduración y de gestación. Yo creo que los clusters van a jugar un papel muy importante, y la política gubernamental también, en la maduración del mercado interno. Cuando volteas hacia fuera, hay mucho del mercado interno que no tenemos, y a nivel regional, son impresionantes los huecos.

¿Crees que la vinculación entre academia y empresas esté mejorando?
Sé que hay esfuerzos para mejorar esto. Por ejemplo, se creó una asociación civil, donde hay inversión de la industria vinculada con la academia. Creo que el problema es que lo que se está haciendo no ha tenido la suficiente difusión. Además, los resultados en este punto no son inmediatamente visibles, sino que tardan varios años. Hay que tener paciencia.

¿Qué opinas sobre el nivel y habilidades de los profesionistas de software en México?
La impresión general que tengo es que somos muy buenos técnicos, pero está el hueco en la formación en el ámbito de gestión. Visto desde mi perspectiva, no hay suficiente énfasis en la parte de gestión de proyectos y procesos. Los muchachos salen de la universidad como buenos técnicos, y a los pocos años cambian su rol a ser administradores, y ahí tienen que empezar desde cero.

¿Por qué hay tantas mujeres en QA?
Creo que se debe a que es un trabajo de mucho detalle. También influye que en las empresas mexicanas, la mayoría de los desarrolladores y líderes de proyecto son varones, así que es más fácil que acepten ver cosas de calidad con una mujer. En Irlanda también el grupo de QA eran mujeres, y los programadores eran hombres. Las mejores QA que he conocido son mujeres.

¿Algo que quieras compartir con los lectores?
Yo creo que la AMCIS y SG como iniciativa juegan una labor fundamental, en la integración de la comunidad, en la identificación de los jugadores y del conocimiento, en la difusión de las tendencias, y por eso es tanta afinidad. Más que una iniciativa de negocio, es el deseo de fortalecer el conocimiento y darle a la comunidad la capacidad de compartir la experiencia.